Cuenta atrás para adaptarse al nuevo consumidor

Que los hábitos de los consumidores están cambiando es ya una obviedad, y si antes las organizaciones no tenían en cuenta el cómo y el por qué del consumo —basando sus estrategias de márqueting únicamente en el quién consume y el dónde consume—, ahora se ha convertido en una necesidad que puede marcar el futuro de las empresas y, en consecuencia, el de nuestra economía.

Esta es la conclusión a la que ha llegado la consultora Accenture tras encuestar a 10.000 consumidores y 600 ejecutivos en 10 países distintos para descubrir cuáles son estos cambios en el consumidor y qué nivel de atención les prestan las empresas y organizaciones.

Es evidente que la explosión del mundo digital ha ejercido un papel primordial en el surgimiento de estas nuevas tendencias, ―nace el “consumidor en red”, según el estudio— pero, ¿de qué forma? Principalmente en tres aspectos: el consumidor en red está siempre conectado, interactúa frecuentemente a través de Internet y se convierte en co-productor, es decir, toma un papel importante en el diseño de productos y servicios gracias a sus aportaciones a través de canales digitales. Según Paul F. Nunes, Managing Director of Research del Accenture Institute for High Performance, “el cambio más significativo es que el consumidor está ahora conectado en todo momento con las empresas y con su entorno social ya sea para dar consejo, comprar, recomendar o hacer críticas”.

Pero más allá de la adopción de los nuevos canales digitales y sus consecuencias, el estudio identifica 7 tendencias más a tener en cuenta. Por un lado, el auge del individualismo: el consumidor espera que el mercado satisfaga sus necesidades más personales, ofreciéndole productos y servicios exclusivos hechos a medida y que le ayuden a diferenciarse de los demás. Además, paradójicamente, las personas también han aumentado su necesidad de experiencias reales, y a menudo buscan vías de desconexión alternativas al entorno virtual: incrementa la demanda de productos y servicios que ayuden a liberarnos del estrés que provoca el estar siempre en modo on. Un ejemplo de aprovechamiento de esta tendencia es el Eva Restaurant, dónde ofrecen descuentos exclusivos a los clientes que deciden apartar el móvil durante la comida.

Por otro lado, y en contraposición a la tendencia al individualismo, el consumidor actual valora cada vez más la implicación de los demás en sus decisiones de consumo, el papel de terceras personas sea cuál sea el estadio en el que intervengan: proceso de fabricación, compra, consumo del producto, eliminación de deshechos, etc. El consumidor se vuelve communal al invertir más tiempo y dinero en aquellas causas que generan un impacto social (valorando las organizaciones que hacen lo mismo), está concienciado y reduce la compra de bienes innecesarios a la vez que aumenta la adquisición de productos locales y valora su contribución a un mundo más sostenible; y se vuelve minimalista, priorizando la accesibilidad a la propiedad.

Según Mark Spelman, Director General de Accenture, en economías donde el crecimiento del pastel se ha estancado o incluso se está empequeñeciendo solo aquellas empresas capaces de comprender a los consumidores son las que acaban sobreviviendo. “Todas las empresas deberían buscar aquellos signos de cambio en el comportamiento del consumidor que pueden influir en el crecimiento de las organizaciones y en la recuperación económica en general”.

Uno de los casos más exitosos es el del carsharing, un servicio nacido en base a estas nuevas tendencias de consumo y que está experimentando un crecimiento excepcional: se prevé que en el año 2020 15 millones de personas harán uso de este servicio solo en Europa. Zipcar, el mayor operador de carsharing del mundo y que en Barcelona opera bajo la marca Avancar Carsharing, ha demostrado comprender a la perfección cómo es el nuevo consumidor y por qué consume, y no hay duda de que le ha funcionado: Avis acaba de comprar la marca por 500 millones de dólares.

Pero si bien un mayor conocimiento del consumidor puede ser la chispa que arranque de nuevo el motor económico, y a pesar de que el 73% de los directivos de las grandes empresas saben que el consumidor de hoy no es el mismo que el de hace tres años, otra de las grandes conclusiones del estudio es que el 74% de los mismos no acaba de entender dicha transformación.

Sin duda existe un déficit de conocimiento que hace que muchas de las oportunidades se escapen a ojos de las marcas, o quizás sea la rigidez de los directivos que se resisten a cambiar su forma de actuar. De cualquier modo, el hecho indiscutible es que el consumidor ha cambiado y que las empresas deben reinventarse para seguir creciendo o, simplemente, evitar la quiebra. Y para muchos ya ha empezado la cuenta atrás.

Cuenta atrás para adaptarse al nuevo consumidor

Que los hábitos de los consumidores están cambiando es ya una obviedad, y si antes las organizaciones no tenían en cuenta el cómo y el por qué del consumo —basando sus estrategias de márqueting únicamente en el quién consume y el dónde consume—, ahora se ha convertido en una necesidad que puede marcar el futuro de las empresas y, en consecuencia, el de nuestra economía.

Esta es la conclusión a la que ha llegado la consultora Accenture tras encuestar a 10.000 consumidores y 600 ejecutivos en 10 países distintos para descubrir cuáles son estos cambios en el consumidor y qué nivel de atención les prestan las empresas y organizaciones.

Es evidente que la explosión del mundo digital ha ejercido un papel primordial en el surgimiento de estas nuevas tendencias, ―nace el “consumidor en red”, según el estudio— pero, ¿de qué forma? Principalmente en tres aspectos: el consumidor en red está siempre conectado, interactúa frecuentemente a través de Internet y se convierte en co-productor, es decir, toma un papel importante en el diseño de productos y servicios gracias a sus aportaciones a través de canales digitales. Según Paul F. Nunes, Managing Director of Research del Accenture Institute for High Performance, “el cambio más significativo es que el consumidor está ahora conectado en todo momento con las empresas y con su entorno social ya sea para dar consejo, comprar, recomendar o hacer críticas”.

Pero más allá de la adopción de los nuevos canales digitales y sus consecuencias, el estudio identifica 7 tendencias más a tener en cuenta. Por un lado, el auge del individualismo: el consumidor espera que el mercado satisfaga sus necesidades más personales, ofreciéndole productos y servicios exclusivos hechos a medida y que le ayuden a diferenciarse de los demás. Además, paradójicamente, las personas también han aumentado su necesidad de experiencias reales, y a menudo buscan vías de desconexión alternativas al entorno virtual: incrementa la demanda de productos y servicios que ayuden a liberarnos del estrés que provoca el estar siempre en modo on. Un ejemplo de aprovechamiento de esta tendencia es el Eva Restaurant, dónde ofrecen descuentos exclusivos a los clientes que deciden apartar el móvil durante la comida.

Por otro lado, y en contraposición a la tendencia al individualismo, el consumidor actual valora cada vez más la implicación de los demás en sus decisiones de consumo, el papel de terceras personas sea cuál sea el estadio en el que intervengan: proceso de fabricación, compra, consumo del producto, eliminación de deshechos, etc. El consumidor se vuelve communal al invertir más tiempo y dinero en aquellas causas que generan un impacto social (valorando las organizaciones que hacen lo mismo), está concienciado y reduce la compra de bienes innecesarios a la vez que aumenta la adquisición de productos locales y valora su contribución a un mundo más sostenible; y se vuelve minimalista, priorizando la accesibilidad a la propiedad.

Según Mark Spelman, Director General de Accenture, en economías donde el crecimiento del pastel se ha estancado o incluso se está empequeñeciendo solo aquellas empresas capaces de comprender a los consumidores son las que acaban sobreviviendo. “Todas las empresas deberían buscar aquellos signos de cambio en el comportamiento del consumidor que pueden influir en el crecimiento de las organizaciones y en la recuperación económica en general”.

Uno de los casos más exitosos es el del carsharing, un servicio nacido en base a estas nuevas tendencias de consumo y que está experimentando un crecimiento excepcional: se prevé que en el año 2020 15 millones de personas harán uso de este servicio solo en Europa. Zipcar, el mayor operador de carsharing del mundo y que en Barcelona opera bajo la marca Avancar Carsharing, ha demostrado comprender a la perfección cómo es el nuevo consumidor y por qué consume, y no hay duda de que le ha funcionado: Avis acaba de comprar la marca por 500 millones de dólares.

Pero si bien un mayor conocimiento del consumidor puede ser la chispa que arranque de nuevo el motor económico, y a pesar de que el 73% de los directivos de las grandes empresas saben que el consumidor de hoy no es el mismo que el de hace tres años, otra de las grandes conclusiones del estudio es que el 74% de los mismos no acaba de entender dicha transformación.

Sin duda existe un déficit de conocimiento que hace que muchas de las oportunidades se escapen a ojos de las marcas, o quizás sea la rigidez de los directivos que se resisten a cambiar su forma de actuar. De cualquier modo, el hecho indiscutible es que el consumidor ha cambiado y que las empresas deben reinventarse para seguir creciendo o, simplemente, evitar la quiebra. Y para muchos ya ha empezado la cuenta atrás.