La mentira cojea: el caso de la tragedia de Ceuta

Viñeta de El Roto publicada en El País el 2 de febrero de 2014, cuatro días antes de la tragedia en Ceuta.

Mentira y comunicación son términos contrarios, incapaces de convivir sin generar desconfianza, distanciamiento y, en un contexto social y político, una crisis de legitimidad. No hace falta decir que las amistades de la mentira, como la manipulación o la opacidad, son también por extensión enemigas de la comunicación (efectiva, se entiende, porque si no no sería comunicación), ya sea interpersonal, corporativa o política.

A pesar de ser ésta una máxima de la comunicación que no nos cansamos de repetir (por ética, por estrategia y por supervivencia), la mentira sigue siendo un recurso muy habitual. Las sucesivas y contradictorias versiones con las que las fuentes oficiales están tratando de sortear la publicación de informaciones relativas a la tragedia de Ceuta, en la que el pasado 6 de febrero murieron más de 10 personas, sólo son un ejemplo más.

En un primer momento, la Delegación del Gobierno en Ceuta explicó que un grupo de unas 400 personas habían tratado de cruzar la frontera entre España y Marruecos en Ceuta, y las fuerzas de seguridad marroquíes se lo habían impedido. Según esta versión, la Guardia Civil no intervino, la muerte de los inmigrantes en ningún caso podía ser debida a causas “violentas”, y ninguna de las personas que intentaban llegar a territorio español lo consiguió.

Pocas horas más tarde aparece una nueva versión, después de publicarse las declaraciones de algunos de los inmigrantes implicados que aseguraban que la Guardia Civil les había lanzado pelotas de goma y gases lacrimógenos mientras trataban de cruzar la frontera a nado. En esta nueva versión, el delegado del gobierno admite y justifica el uso de material antidisturbios “con efecto disuasorio”, debido a la actitud “muy violenta” de los inmigrantes.

A la polémica por el uso de material antidisturbios, se suma la denuncia de la devolución ilegal de ocho de los inmigrantes que sí habrían conseguido cruzar la frontera, grabada en vídeo por un vecino de Ceuta y difundida inicialmente por La Sexta Noticias. En declaraciones a Europa Press, fuentes de la Guardia Civil admitieron que este procedimiento “es lo habitual” e incluso forma parte del “protocolo”. Sin embargo, el director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, ha asegurado el estricto cumplimiento de la Ley de Extranjería. ¿En qué quedamos?

En un último movimiento, la Guardia Civil difundió el lunes el vídeo de las cámaras de la frontera, que supuestamente contiene todas las imágenes disponibles. Sin embargo, el vídeo está editado y no incluye algunos de los momentos clave de los hechos.

¿Cómo justificará todas estas versiones confusas y contradictorias el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, en la comparecencia prevista para este jueves en el Congreso? Mentir a la ciudadanía desde las instituciones públicas es una grave falta de respeto a la democracia. Mezclar la mentira con violencia y muertes es, además, una grave falta de humanidad.

La mentira cojea: el caso de la tragedia de Ceuta

Viñeta de El Roto publicada en El País el 2 de febrero de 2014, cuatro días antes de la tragedia en Ceuta.

Mentira y comunicación son términos contrarios, incapaces de convivir sin generar desconfianza, distanciamiento y, en un contexto social y político, una crisis de legitimidad. No hace falta decir que las amistades de la mentira, como la manipulación o la opacidad, son también por extensión enemigas de la comunicación (efectiva, se entiende, porque si no no sería comunicación), ya sea interpersonal, corporativa o política.

A pesar de ser ésta una máxima de la comunicación que no nos cansamos de repetir (por ética, por estrategia y por supervivencia), la mentira sigue siendo un recurso muy habitual. Las sucesivas y contradictorias versiones con las que las fuentes oficiales están tratando de sortear la publicación de informaciones relativas a la tragedia de Ceuta, en la que el pasado 6 de febrero murieron más de 10 personas, sólo son un ejemplo más.

En un primer momento, la Delegación del Gobierno en Ceuta explicó que un grupo de unas 400 personas habían tratado de cruzar la frontera entre España y Marruecos en Ceuta, y las fuerzas de seguridad marroquíes se lo habían impedido. Según esta versión, la Guardia Civil no intervino, la muerte de los inmigrantes en ningún caso podía ser debida a causas “violentas”, y ninguna de las personas que intentaban llegar a territorio español lo consiguió.

Pocas horas más tarde aparece una nueva versión, después de publicarse las declaraciones de algunos de los inmigrantes implicados que aseguraban que la Guardia Civil les había lanzado pelotas de goma y gases lacrimógenos mientras trataban de cruzar la frontera a nado. En esta nueva versión, el delegado del gobierno admite y justifica el uso de material antidisturbios “con efecto disuasorio”, debido a la actitud “muy violenta” de los inmigrantes.

A la polémica por el uso de material antidisturbios, se suma la denuncia de la devolución ilegal de ocho de los inmigrantes que sí habrían conseguido cruzar la frontera, grabada en vídeo por un vecino de Ceuta y difundida inicialmente por La Sexta Noticias. En declaraciones a Europa Press, fuentes de la Guardia Civil admitieron que este procedimiento “es lo habitual” e incluso forma parte del “protocolo”. Sin embargo, el director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, ha asegurado el estricto cumplimiento de la Ley de Extranjería. ¿En qué quedamos?

En un último movimiento, la Guardia Civil difundió el lunes el vídeo de las cámaras de la frontera, que supuestamente contiene todas las imágenes disponibles. Sin embargo, el vídeo está editado y no incluye algunos de los momentos clave de los hechos.

¿Cómo justificará todas estas versiones confusas y contradictorias el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, en la comparecencia prevista para este jueves en el Congreso? Mentir a la ciudadanía desde las instituciones públicas es una grave falta de respeto a la democracia. Mezclar la mentira con violencia y muertes es, además, una grave falta de humanidad.