Suiza limita los sueldos de los directivos

En medio de un contexto donde la corrupción y las cifras indecentes de dinero en manos de unos cuantos son noticia a diario, el hecho de que Suiza haya aprobado limitar el salario de los directivos de las empresas helvéticas que cotizan en bolsa suiza o en el extranjero es un motivo para la esperanza en el cambio.

Con la unanimidad de los 26 cantones de la confederación y una importante mayoría del 67,9%, ayer los suizos dijeron sí a la iniciativa popular promovida por el senador Thomas Minder, víctima en 2001 de la quiebra de Swissair mientras el presidente de la aerolínea cobraba una indemnización de diez millones de euros.

Según el texto aprobado, el poder para la toma de decisión sobre las retribuciones residirá en los accionistas. Ellos escogerán anualmente al presidente del Consejo de Administración y a sus miembros y deberán pronunciarse cada año sobre sus remuneraciones. También prohíbe que los directivos reciban indemnizaciones millonarias al dejar la empresa y las primas por contratación. Además, prevé condenas de hasta tres años de prisión y multas equivalentes a la remuneración de seis años para quien incumpla esta normativa que se tiene que redactar e implementar dentro de un año.

A la aprobación en referendo de esta iniciativa ha ayudado la polémica surgida hace un mes cuando se hizo público que el presidente de la farmacéutica Novartis, Daniel Vasella, iba a recibir una indemnización de 58,4 millones de euros a cambio de no trabajar para la competencia durante al menos seis años.

Se trata sin duda de un mensaje ciudadano claro para los dirigentes económicos y políticos helvéticos que, organizados bajo el paraguas de la patronal Economiesuisse y los partidos de derechas, alertaron de que cuando se aprobara esta reforma las empresas se irían del país. Pero más allá de las fronteras suizas, los ciudadanos de este peculiar país del corazón de Europa han abierto, de la mano de la democracia directa de la que gozan, un nuevo camino contra los excesos salariales existentes fuera de toda medida en todo el mundo y que contribuyen a generar una sensación de abuso que la propia sociedad ha de corregir. Con carácter de máxima urgencia.

Suiza limita los sueldos de los directivos

En medio de un contexto donde la corrupción y las cifras indecentes de dinero en manos de unos cuantos son noticia a diario, el hecho de que Suiza haya aprobado limitar el salario de los directivos de las empresas helvéticas que cotizan en bolsa suiza o en el extranjero es un motivo para la esperanza en el cambio.

Con la unanimidad de los 26 cantones de la confederación y una importante mayoría del 67,9%, ayer los suizos dijeron sí a la iniciativa popular promovida por el senador Thomas Minder, víctima en 2001 de la quiebra de Swissair mientras el presidente de la aerolínea cobraba una indemnización de diez millones de euros.

Según el texto aprobado, el poder para la toma de decisión sobre las retribuciones residirá en los accionistas. Ellos escogerán anualmente al presidente del Consejo de Administración y a sus miembros y deberán pronunciarse cada año sobre sus remuneraciones. También prohíbe que los directivos reciban indemnizaciones millonarias al dejar la empresa y las primas por contratación. Además, prevé condenas de hasta tres años de prisión y multas equivalentes a la remuneración de seis años para quien incumpla esta normativa que se tiene que redactar e implementar dentro de un año.

A la aprobación en referendo de esta iniciativa ha ayudado la polémica surgida hace un mes cuando se hizo público que el presidente de la farmacéutica Novartis, Daniel Vasella, iba a recibir una indemnización de 58,4 millones de euros a cambio de no trabajar para la competencia durante al menos seis años.

Se trata sin duda de un mensaje ciudadano claro para los dirigentes económicos y políticos helvéticos que, organizados bajo el paraguas de la patronal Economiesuisse y los partidos de derechas, alertaron de que cuando se aprobara esta reforma las empresas se irían del país. Pero más allá de las fronteras suizas, los ciudadanos de este peculiar país del corazón de Europa han abierto, de la mano de la democracia directa de la que gozan, un nuevo camino contra los excesos salariales existentes fuera de toda medida en todo el mundo y que contribuyen a generar una sensación de abuso que la propia sociedad ha de corregir. Con carácter de máxima urgencia.