Sean Spicer: la cruz de ser la cara mediática de Trump

Tres meses después de que Donald Trump accediera a la presidencia de Estados Unidos, otro nombre se ha dado a conocer a la opinión pública mundial. Es Sean Spicer, el secretario de prensa de la Casa Blanca, cuyo trabajo es explicar y defender las posiciones, declaraciones y salidas de tono, tanto en la tarima como las redes sociales, de uno de los Presidentes norteamericanos más polémicos de todos los tiempos.

Su tarea no es nada fácil, especialmente teniendo en cuenta la guerra declarada con los medios de comunicación de su país, hartos desde hace meses de los ataques del Presidente. En pleno fuego cruzado, Spicer, que saca ventaja de sus anchas espaldas, se encara cada día a los periodistas airados, y se saca de la manga una frase mágica para justificar alguno de los tuits incendiarios de Trump, y aplazar un día más la ira de los medios.

La voz crispada de América

La batalla de Trump es la suya propia, y ya lo dejó bien claro apenas estrenado el cargo a finales de enero durante su primera rueda de prensa. En un tono claramente enfadado, acusó a los medios de falsear los datos de asistencia al acto de investidura, y declaró que éste había contado con “la mayor asistencia jamás vista en una investidura. Y punto ». Punto y final. No hubo espacio para preguntas y nadie pudo hacerle frente, o contrastar datos.

Algunos pensaron que, tras su torpe estreno, cuando comparecía en permanente tensión y con la voz crispada, lo cesarían. A nadie se le escapaba tampoco que este director de comunicación, bien conocido en los círculos del Comité Nacional Republicano desde los años 90, no era exactamente un hombre de confianza de Trump.

El salto a la fama

Pero Spicer sobrevivió, a pesar saltar a la fama con la popular imitación paródica de la actriz Melissa McCarty, conocida por sus caricaturas de personalidades que están siempre enfadadas, en el programa de televisión Saturday Night Live.

La guerra abierta entre gobierno y periodistas ha sido la tónica de los primeros meses del mandato de Trump, y ha puesto a Spicer en el centro de atención política y mediática. Como muestra un botón: se calcula que unos 4,3 millones de espectadores siguen las retransmisiones en directo de las ruedas de prensa diarias del portavoz.

Y por si no fuera suficiente, Spicer ha añadido al espectáculo sus propios resbalones, que no tienen nada que envidiar a los de Trump. La última probablemente ha dado la vuelta al mundo en un tiempo récord. En medio de la escalada de críticas al presidente de Siria Bachar El Asad por su ataque con gas sarín contra la población siria el pasado 4 de abril (que el gobierno de Trump utilizó para justificar el bombardeo de su ejército a una base aérea siria), Spicer salió a decir que El Asad era incluso peor que Hitler, quien «no se rebajó nunca a utilizar armas químicas» contra su propia población, aparentemente olvidando las cámaras de gas del Holocausto donde murieron millones de judíos alemanes.

Como es habitual en estos casos, los esfuerzos del secretario de prensa para explicar sus palabras y las múltiples declaraciones polémicas del Presidente, difícilmente servirán para borrarlas de la memoria colectiva. Cuál será el resultado de este tándem mediático está todavía por ver, pero es muy probable que más de una de sus salidas de tono pasen a la historia de los resbalones más memorables de la comunicación política mundial.

Sean Spicer: la cruz de ser la cara mediática de Trump

Tres meses después de que Donald Trump accediera a la presidencia de Estados Unidos, otro nombre se ha dado a conocer a la opinión pública mundial. Es Sean Spicer, el secretario de prensa de la Casa Blanca, cuyo trabajo es explicar y defender las posiciones, declaraciones y salidas de tono, tanto en la tarima como las redes sociales, de uno de los Presidentes norteamericanos más polémicos de todos los tiempos.

Su tarea no es nada fácil, especialmente teniendo en cuenta la guerra declarada con los medios de comunicación de su país, hartos desde hace meses de los ataques del Presidente. En pleno fuego cruzado, Spicer, que saca ventaja de sus anchas espaldas, se encara cada día a los periodistas airados, y se saca de la manga una frase mágica para justificar alguno de los tuits incendiarios de Trump, y aplazar un día más la ira de los medios.

La voz crispada de América

La batalla de Trump es la suya propia, y ya lo dejó bien claro apenas estrenado el cargo a finales de enero durante su primera rueda de prensa. En un tono claramente enfadado, acusó a los medios de falsear los datos de asistencia al acto de investidura, y declaró que éste había contado con “la mayor asistencia jamás vista en una investidura. Y punto ». Punto y final. No hubo espacio para preguntas y nadie pudo hacerle frente, o contrastar datos.

Algunos pensaron que, tras su torpe estreno, cuando comparecía en permanente tensión y con la voz crispada, lo cesarían. A nadie se le escapaba tampoco que este director de comunicación, bien conocido en los círculos del Comité Nacional Republicano desde los años 90, no era exactamente un hombre de confianza de Trump.

El salto a la fama

Pero Spicer sobrevivió, a pesar saltar a la fama con la popular imitación paródica de la actriz Melissa McCarty, conocida por sus caricaturas de personalidades que están siempre enfadadas, en el programa de televisión Saturday Night Live.

La guerra abierta entre gobierno y periodistas ha sido la tónica de los primeros meses del mandato de Trump, y ha puesto a Spicer en el centro de atención política y mediática. Como muestra un botón: se calcula que unos 4,3 millones de espectadores siguen las retransmisiones en directo de las ruedas de prensa diarias del portavoz.

Y por si no fuera suficiente, Spicer ha añadido al espectáculo sus propios resbalones, que no tienen nada que envidiar a los de Trump. La última probablemente ha dado la vuelta al mundo en un tiempo récord. En medio de la escalada de críticas al presidente de Siria Bachar El Asad por su ataque con gas sarín contra la población siria el pasado 4 de abril (que el gobierno de Trump utilizó para justificar el bombardeo de su ejército a una base aérea siria), Spicer salió a decir que El Asad era incluso peor que Hitler, quien «no se rebajó nunca a utilizar armas químicas» contra su propia población, aparentemente olvidando las cámaras de gas del Holocausto donde murieron millones de judíos alemanes.

Como es habitual en estos casos, los esfuerzos del secretario de prensa para explicar sus palabras y las múltiples declaraciones polémicas del Presidente, difícilmente servirán para borrarlas de la memoria colectiva. Cuál será el resultado de este tándem mediático está todavía por ver, pero es muy probable que más de una de sus salidas de tono pasen a la historia de los resbalones más memorables de la comunicación política mundial.